La palabra chemtrail es una contracción de los términos chemical trail o estelas químicas. Se utiliza como oposición a contrail o condensation trail, estelas de condensación, que serían las que de forma habitual dejan los aviones al expulsar vapor de agua como parte de su funcionamiento. En los chemtrails, en cambio, no habría vapor de agua, sino unas supuestas sustancias químicas con diversos efectos perjudiciales.
Según los que defienden esta teoría, es posible distinguir ambos fenómenos a simple vista. Mientras que los inofensivos contrails son más cortos, finos y duran menos tiempo en el cielo antes de dispersarse, los chemtrails serían más densos, gruesos y persistentes. Además, las maniobras aéreas para dispersarlas consistirían en movimientos circulares o en cuadrícula, de forma que todo el cielo terminase eficazmente cubierto y así potenciar sus supuestos efectos.
Esos supuestos efectos, como decíamos, son variados. Algunos defensores de esta teoría apuestan porque buscan causar algún daño a la población (esparcir enfermedades, favorecer el control mental, causar infertilidad…) y otros que el objetivo es controlar el clima o afectar a las cosechas (sembrado de nubes, robar la lluvia, acidificar el suelo…). En esta última línea encaja la teoría de las avionetas antilluvia que en nuestro país circula especialmente en Murcia.
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